martes, 22 de noviembre de 2011

¡...pero qué frágiles son!

Son tan frágiles... como si su piel fuese de porcelana, como si sus huesos fueran de cristal. Sin embargo, su instinto de supervivencia lo tienen más que adormilado; no valoran su propia existencia -y tampoco la de los que tienen a su alrededor-. Triste es darse cuenta de esta verdad: de que viven como si tuviesen mil años para desperdiciar. No existe el ayer y tampoco la consecuencia; tampoco se plantean si existe algo más allá de su "lejana" muerte. Para ellos, todo lo que es cierto es lo que pueden ver y comprender. Si no puede verse, no existe. Si no se comprende, no puede ser verdad. 
El aire -cuando no está contaminado, claro está- no se puede ver, ¿eso significa que no existe? Entonces ¿cómo respiramos? Supuestamente, el universo es infinito, pero el ser humano no puede entender completamente el concepto de infinito, ¿eso significa que el infinito no existe?
Que alguien no vea más allá de sus narices o no tenga la capacidad de comprensión suficiente, no significa que no existan dichos conceptos. La Tierra se mueve a pesar de que la porcelana no quiera avanzar.
Con el paso del tiempo, la perspectiva del hombre hacia la muerte ha ido variando. Algunos temían al cadáver del difunto y lo enterraban lo más lejos posible de la ciudad; cien años más tarde, los fallecidos eran enterrados en el mismo centro de la ciudad y eran el motivo por el que las familias permanecían unidas (temían morir solos). Hoy en día, hablar de muerte o cualquier cosa relacionada con ella es casi tabú. Está "mal visto" hablar de ella e, incluso, puede molestar o deprimir dicho tema.


¿Por qué? A saber... Dentro de otros cien o doscientos años, nuestra perspectiva habrá cambiado -de nuevo-. 


Pero estos seguirán igual de frágiles, seguirán siendo de porcelana.

1 comentario:

  1. Muy buen texto, interesante la comparación con la porcelana.

    Un saludo!

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